domingo, 4 de septiembre de 2016

A LA TERCERA IRA LA VENCIDA


Aquel 3 de septiembre, se vivía la resaca de haber derrotado al aspirante a la presidencia del gobierno por segunda vez en las últimas 48 horas.  Casi  el mismo tiempo que la Policía político social (PS) te tenía torturando en los calabozos de sus dependencias. Para Rajoy han tenido que ser una tortura estas horas pero sin hostias ni corrientes eléctricas. En los dos casos eran por cuestiones ideológicas.

Mientras en centenares de pueblos y ciudades festejaban sus fiestas patronales y el fin de semana, los primeros lo hacían una vez al año, los otros, los que podían se marchaban al campo y a las playas a disfrutar de los días de sol del mes que se inicia, en los dos casos la comidilla era el fracaso de Rajoy en su intento de ser elegido.

Mientras todo esto sucedía y las gentes hacían las cosas cotidianas de esas fechas, los representantes de los poderes financieros no descansaban para buscar una salida a la situación creada por los resultados electorales del 26 J.
Algunas de las iniciativas, se basaban en el cambio del candidato del PP para facilitar una nueva investidura. Se podía ver con claridad que por encima de los intereses de los ciudadanos, estaba el derrotar cualquier opción de progreso que pudiera abrirse paso ante el fracaso del aspirante y las políticas que había practicado.

Lo peor era que los estómagos agradecidos de las empresas IBEX 35 con sus puertas giratorias y antiguos dirigentes de la “socialdemocracia” eran los valedores de estas propuestas. Todo menos permitir el intento como mínimo de un gobierno progresista.

El dirigente socialista que capitaneaba la oposición de su partido al desbarajuste de las políticas de la derecha, estaba siendo sometido a una presión mediática digna de las torturas de la PS. Había desaparecido después de la votación para huir del acoso de los medios informativos que al servicio de los poderes facticos tenían la misión, no tanto de informar sino más bien la de presionar a Pedro Sánchez para que diera su brazo a torcer en una nueva intentona dentro de dos meses.

Algunos de los “varones” (esto me recuerda los títulos nobiliarios de la edad media) descaradamente se manifestaban por facilitar un gobierno de la derecha erigiéndose como paladines de sus varonías y exigiendo una reunión de su comité  federal para decidir que esta posiciones se abriera paso como fórmula de participación para condicionar a su dirigente en el cambio de posición, pero ignorando totalmente la participación de los afiliados que abiertamente estaban por un gobierno de progreso.

Para otros ex dirigentes la idea de ir a unas nuevas elecciones estaba considerado como una gran catástrofe  para el país, con estas afirmaciones negaban lo de la soberanía popular y el derecho a decidir por párte de los ciudadanos, eran inadmisibles estas manifestaciones por quienes habían presumido de demócratas, con ello se pasaban la democracia por el forro de los pantalones.

Indudablemente lo que estaba en juego, no era quien debería ser el que presidiera el nuevo gobierno. Estaba en juego la cuestión ideológica de como dirigir los destinos de los ciudadanos y esto no se podía consentir. No se podía consentir que un nuevo gobierno con aires de libertad y de justicia social pudiera pedir cuentas a los delincuentes de la política  y terminara con la maquinaria de corrupción que habían montado a lo largo de los años.

 No era pues extraño, que hubiera ofrecimientos por parte de dirigentes del PP de la comunidad valenciana, de pedir la abstención a cambio de más financiación para sus comunidad. Lo que se demostraba con el intento de compra de votos que con el poder político en sus manos se aseguraba que nunca se daría fin al saqueo de las arcas públicas en beneficio de los dirigentes de su partido, que  podían continuar enchufando en organismos Internacionales a ex ministros, acusados de mentirosos por sus trapicheos en las empresas ficticias de Panamá, y lo que no se sabe.

Con estos antecedentes la derecha ideológica se  daba dos meses de tiempo para abonar el terreno, ya sea para un nuevo intento, ya para unas nuevas elecciones, porque eran conscientes que aun reduciendo la campaña a una semana, disponían de todos los medios de comunicación escritos y televisados para engañar nuevamente a un electorado que está inmerso en sus fiestas patronales y los fines de semana. 

 La derecha contaba con  medios para persuadir y engañar a una gran parte de pensionistas y funcionarios de que sin ellos las pensiones corrían el riesgo de desaparecer, que no se revalorizaría el salario de los funcionarios, porque no le habían permitido formar gobierno. Metían miedo sino se podían aprobar los nuevos presupuestos, pero no decían que se podían prorrogar y que el congreso podía hacer algunas modificaciones por consenso.

Mientras todo esto sucedía a nuestro alrededor, algunos descerebrados pensábamos que en esta nueva situación sin mayorías absolutas se tenía que ensayar un gobierno  con las fuerzas de la izquierda y el respaldo de los nacionalistas, ya que más pronto que tarde se tendría que contar con ellos y debatir el futuro de esas nacionalidades.

Sin embargo los lucidos de cerebro, proponían que la fórmula fuera un acuerdo a tres, siendo conscientes que uno de ellos no podía participar porque precisamente estaban en política para impedirlo. Habían sido creados con ese fin, frenar todo lo que significara progreso.

Algunos hicimos llamamientos a los líderes de la izquierda, en particular a los nuevos dirigentes socialistas que tuvieran la generosidad, de dar una oportunidad a las clases populares de recuperar todo lo que la derecha reaccionaría les había arrebatado  en los últimos años por parte del partido imputado por corrupción. Nos quedamos a la espera de las nuevas decisiones, ya que en sus manos está el impedirlo.
Antonio Montero zarco.
3 de septiembre de 2016