domingo, 5 de enero de 2014








Este es un cuento dedicado a mis nietas, que es posible que por su corta edad y falta de practicas en debates no entiendan pero que refleja la impotencia de no poder terminar con las injusticias. No era solo el viejo carpintero, el que se sentía impotente, había decenas de miles en la misma situación. Lo que se trataba, era de aglutinar a cuantos más mejor en un proyecto que fuera asumible, por todos los descontentos de la sociedad, para terminar con aquella situación, donde los niños eran los más perjudicados.






2013 UN AÑO MUY DURO




El esfuerzo realizado en los dos últimos años habían hecho mella en la mente del viejo carpintero. Durante este tiempo se había estrujado el cerebro para sacar el máximo rendimiento para que el gobierno fuera los más breve en su gestión y hubiera nuevas elecciones.

Su cerebro solo daba las ordenes concretas para continuar la existencia como base para seguir viviendo si es que se le podía llamar vida, a alguien que ya no tenía voluntad. No se inmutaba por nada. Miraba la TV y las palabras como las imágenes no tenía un hueco en su cabeza. Como si en la distancia entre el aparto de TV y él desaparecieran en el tiempo.

Era incapaz de analizar que la subida de las pensiones, que significaban un aumento de 1.50 € al mes para una pensión de 600 €, no entendía que el gobierno le robara 12,60 € que le correspondía por el incremento del IPC. Ni entendía que el salario mínimo interprofesional se hubiera congelado quedándose, como estaba el año anterior, distanciándose cada vez más de los salarios mínimos que se pagaban en otros países europeos. Mientras que en Francia había tenido un pequeño aumento de 1.1 % situándose en 1.425 Euros al mes, en España se congela y se quedaba en 645,60 cuando de haberse aplicado el IPC hubiera resultado 659.15 €, no llegando ni a la mitad del salario de nuestro vecinos los Galos.

Y menos entendía, que el gobierno sacara a los cuatro vientos la bajada del paro que se había producido, y ocultara el aumento en los medicamentos y que los cotizantes a la SS eran menos de los contratos basura que se habían hecho. El viejo carpintero, no podía opinar de que después de haberse cargado la ley de la dependencia, que encima se obligara a los enfermos dependientes a tener que pagar las terapias que afectan directamente a su salud, viéndose obligados ha abandonar los tratamientos por falta de recursos. Ni podía entender, que en los hospitales, se impusiera el copago hospitalario a los enfermos que eran intervenidos.

Atrás quedaban los tiempos del análisis y las opiniones sobre el que hacer para derrocar al Gobierno. El viejo carpintero era un ser que solo existía físicamente, pero sin ninguna voluntad.

Por ello en la carrera que se había iniciado para ocupar puestos en las listas para las elecciones europeas no le decían nada. ya no podía valorar si los que se postulaban para ocupar esos cargos eran los mejores, o obedecía a las aspiraciones de aquellos sujetos para mejorar su situación personal, ya que en Europa los parásitos que ocupaban aquel parlamento cobraban mejores salarios que los parlamentarios nacionales.

En los partidos, se empezaban a dar codazos para ocupar esos puestos de salida y alejarse lo más posible de las turbulencias que diariamente se manifestaban en el país.

A él viejo carpintero, no le afectaba ninguna de aquellas guerras partidistas porque no estaba en juego un cambio de sistema. El programa no existía y a los futuros Euro-Diputados les tenía sin cuidado.

Estos tipejos estaban peor que el viejo carpintero, éste no podía retener nada en su cabeza, por haberla estrujado para sacarle el máximo rendimiento. Estos individuos la tenían sobre los hombros pero, les faltaba la voluntad de dejar pasar las ideas por si en un caso les remueve la conciencia y mandan al garete la farsa que representaba aquel parlamento de los mercaderes y los recortes de los servicios sociales.

En otros tiempos, el carpintero hubiera opinado desde un principio, de la necesidad, de llegar acuerdos entres las fuerzas políticas de la izquierda para dar una batalla conjunta y hacer pagar en las hunas la masacre que contra los derechos sociales habían cometido.

Al estar el cerebro del viejo carpintero, carente de espacio para almacenar la información que diariamente aparecía en los informativos, no podía dar su opinión, sobre el asunto de Canal de Panamá. Ni podía criticar la actuación del gobierno de la derecha interviniendo al lado de la empresa constructora privada, para velar por los interese de los carroñero que invertían su dinero en aquel proyecto para especular y sacar tajada a costa del pueblo panameño.

Esta vez se veía bien la intromisión del gobierno en asuntos de empresas privadas cuando en el resto de ocasiones le criticaban por querer intervenir en otras cuestiones del mismo o menor calado. Se lo tendría que pasar muy mal, si allá en algún rincón de su cerebro, tenía algo de lucidez.

No se podía saber cual era su opinión sobre la farsa de algunos dirigentes del partido del Gobierno, al revelarse a medias contra la ley del aborto que preparaba el ministro del justicia. El ministro, había resultado ser un hipócrita, por haber jugado a ser una persona sensata, para ganarse el favor de sus amos de partido, y ser algo más que alcalde de la ciudad donde residía. Con su faz de buen chico había engañado a todos. Al viejo carpintero no ni a los que como el pensaban.

De haber tenido algo de lucidez, tal vez hubiera pensado que todo se debía a maniobras puramente de imagen para ganarse el favor de los votantes ingenuos que todavía podían engañar. Porque se movilizarían en el día internacional de la Mujer Trabajadora, presentado mociones en los ayuntamientos, en defensa y por la igualdad de la mujer. Simplemente, era para limpiar un poco la imagen de cara a la galería.

Sin embargo. por otra parte se les negaban el derecho a decidir sobre su cuerpo, por que el tal Galladón que era como se conocía al ministro, el tratamiento que de su ley hacia solo dejaba el espacio para parir, si se que practicaban el sexo y se quedaban preñadas, la obligación era de parir porque el embrión que se iba a gestar en el cuerpo de la mujer tenia todo el derecho a la vida de cualquier ser humano.

Ante esta situación el viejo carpintero, no podía reprochar ni al ministro ni al gobierno de derechas reaccionario de Rajoy, que había en el país del Reinado de los Borbones, 2.226.000 de niños que vivían bajo el umbral de la pobreza. Siendo el colectivo social más castigado por la pobreza, el más dedil y el que mayor atención debería de tener ya que en este país donde una de las infantas de los Bombones estaba apunto de ser imputada en casos de corrupción, en esa España, la tasa de pobreza infantil se situaba en el 28 % de la población.

Cuanto debería de padecer, si le quedaba algo de conocimiento, y no poder denunciar que no tenia sentido, un régimen, gobernado por corruptos. En otros tiempos tal vez, hubiera hecho un llamamiento, a la necesidad, de respaldar a la opción política que representaba IU para que todos los defensores de liberalismo económico pagaran en las urnas el 25 de mayo todos los sacrilegios que contra los trabajadores habían cometido en los últimos años.

Es posible que ya no le importaba, lo que sus amigos podían pensar de aquellas propuestas que hubiera expresado de haber estado en plena autonomía de su lucidez, si es que alguna vez la tubo. Aunque aquellos que le conocieron no darían por perderle como instigador de debates.

Tenías que haber alguien que hiciera propuestas sensatas, para terminar con el régimen de Rajoy. De ser así, con toda seguridad recuperaría el sentido de la clase, que tubo a lo largo de toda su vida. En esta situación no le importaría tirarse a la arena y continuar la lucha sin importarle las etiquetas que generalmente se pone a la gente que toma partido.

Era preciso que sus amigos le aconsejaran que valía la pena seguir luchando por un mundo mejor. Por ello dejaba de nuevo su mente abierta para ser receptor de las ideas y propuestas que los pensadores del socialismos, preconizaban, para hacer posible la unidad de los trabajadores para hacer frente a las agresiones criminales del capitalismo.

El viejo carpintero hubiera desterrado, todo tipo de sectarismo, en un debate sincero. No entendía como se criticaba las actuaciones de los políticos gobernantes, y los mismos que criticaban, no escuchaban a sus seguidores cuando hacían propuestas, de la lógica de la calle que reflejaban el sentir de la sociedad.

En esta situación, se que daría esperando, que el años que se iniciaba fuera el año de la emancipación de la clase obrera, y se pusieran fronteras a los traficantes de la especulación financiera, ocupando el pueblo soberano el papel que por derecho le correspondía. Porque otro mundo era posibles valdría la pena recuperar los sentido y seguir luchando hasta la victoria fanal.


Antonio Montero Zarco

4 de enero de 2014










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