Por medio de la palabra el genero
humano hemos empezado a comunicarnos y a entendernos. La palabra ha
tenido un valor tan grande, que ha sustituido cientos de miles de
transacciones comerciales y “hasta de casamientos” Pero todo
cambia, ahora se hacen documentos, programas y hasta constituciones
para preservar los derechos de los pueblos. Pero estos documentos no
tienen valor. Se incumplen,no se respeta lo acordado. Estas nuevas
formas que también son viejas, tienen menos valor que la palabra de
hombres y mujeres que tuvieron y tienen dignidad.
Esta pequeña reflexión, es para
demostrar que la clase política ni tiene dignidad ni tiene palabra.
No quisiera que se confunda palabra con lenguaje, es decir, los
políticos utilizan el lenguaje para mentir, para hacer promesas que
no cumplen, por ello, cuando hablan de esta nueva epidemia que
significa la corrupción, sus palabras no tienen ningún valor por
carecer de fiabilidad. Por esta razón la lacra de la corrupción por
parte de políticos no se resuelve ni con palabras ni con acuerdos.
En los dos casos no tienen ningún valor y si se sella algún acuerdo
será a medias, porque no llegará al fondo de la gangrena corrupta.
Es decir para terminar con la corrupción se tiene que acabar
primero con la clase política que esta sosteniendo este régimen.
Por estas y otras muchas otras muchas
razones, hace falta la recuperación del valor de las palabras, para
que exista un compromiso de respetar la palabra y lo firmado. Ahora
bien, para que los acuerdos tengan un mínimo de garantías, no se
puede hacer una negociación a dos bandas. Entre otras cosas, porque
dos son susceptibles de ocultar problemas de corrupción, par que no
salga toda la basura que hay debajo de la alfombra, y se tenga que
llevar ante los tribunales y sentarlos en el banquillo, a ex
presidentes del gobierno, ex ministros, y ex-altos cargo de la
administración. Porque cuando la clase política habla de
regeneración para poner fin a la corrupción, hay que echarse a
temblar.
Dicho lo cual, el terminar con la
corrupción política tiene que ser protagonizado por el pueblo en
las urnas, con el compromiso escrito y firmado ante notario por los
elegidos, que si en un plazo no muy largo una vez terminadas las
elecciones, los que ocupen el poder tendrán que abandonarlo
transcurrido ese plazo prudencial si no han ejecutado el mandato de
los ciudadanos.
Para que esto tenga un mínimo de
garantías, los ciudadanos tendrán que hilar muy fino cuando dejen
su papeleta en las urnas, porque ni todos son iguales como se ha
demostrado con el tiempo, ni todos son lo que aparentan. Por ello se
hace necesario una implicación más activa por parte de la sociedad
que tiene que ir más allá del voto, se tiene que estar vigilante y
exigir a los representantes del pueblo que rindan cuentas ante los
electores.
Entre otras, esta de rendir cuentas
ante los electores, podía ser la una forma más fiable de que dejen
de tomarnos el pelo, porque es incomprensible que no se pueda
controlar los viajes de sus señorías cuando la rutina diaria
demuestra su actividad. Y cuando por parte del Presidente del
Congreso argumenta que hay viajes que no se pueden desvelar por la
importancia de lo que se valla a tratar, se podía aceptar en un
principio esta teoría, para no perjudicar las negociaciones, pero
cuando etas lleguen a su fin ya no existe ninguna justificación para
ocultar los desplazamientos realizados, ya que estarán ampliamente
justiciados.
Claro que esto puede parecer una
utopía pero cuando se ve como afloran los viajes y las dietas por
concejales de cualquier ciudad o municipio de los mas de 8000
existentes, vale la pena ser utópico y tener la conciencia
tranquila que decir que devolverán el dinero gastado
irregularmente, en forma de donativos a organizaciones benéficas.
Dicho esto no sería fiel a mis
principios, si no tratara de orientar a los electores a través de
esta opinión que el voto o respaldo de los ciudadanos tiene que ser
para la izquierda. Para la izquierda, que durante muchos años ha
venido luchando por los intereses de la clase obrera, luchando para
que no nos arrebaten la dignidad, la izquierda que ha luchado en
todos los tiempos y contra corriente, porque en sus genes y ADN llevan
implícito en no claudicar ante los enemigos de clase.
Antonio Montero Zarco
21 de noviembre de 2014