jueves, 20 de noviembre de 2014

CUANDO LA DIGNIDAD HA DESAPARECIDO LA CORRUPCIÓN ACAMPA A SUS ANCHAS



Por medio de la palabra el genero humano hemos empezado a comunicarnos y a entendernos. La palabra ha tenido un valor tan grande, que ha sustituido cientos de miles de transacciones comerciales y “hasta de casamientos” Pero todo cambia, ahora se hacen documentos, programas y hasta constituciones para preservar los derechos de los pueblos. Pero estos documentos no tienen valor. Se incumplen,no se respeta lo acordado. Estas nuevas formas que también son viejas, tienen menos valor que la palabra de hombres y mujeres que tuvieron y tienen dignidad.

Esta pequeña reflexión, es para demostrar que la clase política ni tiene dignidad ni tiene palabra. No quisiera que se confunda palabra con lenguaje, es decir, los políticos utilizan el lenguaje para mentir, para hacer promesas que no cumplen, por ello, cuando hablan de esta nueva epidemia que significa la corrupción, sus palabras no tienen ningún valor por carecer de fiabilidad. Por esta razón la lacra de la corrupción por parte de políticos no se resuelve ni con palabras ni con acuerdos. En los dos casos no tienen ningún valor y si se sella algún acuerdo será a medias, porque no llegará al fondo de la gangrena corrupta. Es decir para terminar con la corrupción se tiene que acabar primero con la clase política que esta sosteniendo este régimen.

Por estas y otras muchas otras muchas razones, hace falta la recuperación del valor de las palabras, para que exista un compromiso de respetar la palabra y lo firmado. Ahora bien, para que los acuerdos tengan un mínimo de garantías, no se puede hacer una negociación a dos bandas. Entre otras cosas, porque dos son susceptibles de ocultar problemas de corrupción, par que no salga toda la basura que hay debajo de la alfombra, y se tenga que llevar ante los tribunales y sentarlos en el banquillo, a ex presidentes del gobierno, ex ministros, y ex-altos cargo de la administración. Porque cuando la clase política habla de regeneración para poner fin a la corrupción, hay que echarse a temblar.


Dicho lo cual, el terminar con la corrupción política tiene que ser protagonizado por el pueblo en las urnas, con el compromiso escrito y firmado ante notario por los elegidos, que si en un plazo no muy largo una vez terminadas las elecciones, los que ocupen el poder tendrán que abandonarlo transcurrido ese plazo prudencial si no han ejecutado el mandato de los ciudadanos.

Para que esto tenga un mínimo de garantías, los ciudadanos tendrán que hilar muy fino cuando dejen su papeleta en las urnas, porque ni todos son iguales como se ha demostrado con el tiempo, ni todos son lo que aparentan. Por ello se hace necesario una implicación más activa por parte de la sociedad que tiene que ir más allá del voto, se tiene que estar vigilante y exigir a los representantes del pueblo que rindan cuentas ante los electores.

Entre otras, esta de rendir cuentas ante los electores, podía ser la una forma más fiable de que dejen de tomarnos el pelo, porque es incomprensible que no se pueda controlar los viajes de sus señorías cuando la rutina diaria demuestra su actividad. Y cuando por parte del Presidente del Congreso argumenta que hay viajes que no se pueden desvelar por la importancia de lo que se valla a tratar, se podía aceptar en un principio esta teoría, para no perjudicar las negociaciones, pero cuando etas lleguen a su fin ya no existe ninguna justificación para ocultar los desplazamientos realizados, ya que estarán ampliamente justiciados.


Claro que esto puede parecer una utopía pero cuando se ve como afloran los viajes y las dietas por concejales de cualquier ciudad o municipio de los mas de 8000 existentes, vale la pena ser utópico y tener la conciencia tranquila que decir que devolverán el dinero gastado irregularmente, en forma de donativos a organizaciones benéficas.

Dicho esto no sería fiel a mis principios, si no tratara de orientar a los electores a través de esta opinión que el voto o respaldo de los ciudadanos tiene que ser para la izquierda. Para la izquierda, que durante muchos años ha venido luchando por los intereses de la clase obrera, luchando para que no nos arrebaten la dignidad, la izquierda que ha luchado en todos los tiempos y contra corriente, porque en sus genes y ADN  llevan implícito en no claudicar ante los enemigos de clase.

Antonio Montero Zarco


21 de noviembre de 2014


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