REFRANES DEL PASADO
Alguien dijo que no hay peor
ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oír. Quien me iba a decir a mí que recurriría a estos refranes para da una opinión sobre la
actualidad políticas. Pero es que son muchas la veces que he denunciado que en
política, muchos están parque se encontraban en un sitio concreto en el momento
oportuno.
¿Qué quiere decir esta afirmación? Que siempre hay alguien
detrás de la persona elegida para estar en primera línea.
Después ya vendrán las
consignas de los grupos de presión para
hacer oposición y también para realizar políticas. Esto debería ser elemental que los ciudadanos de a pie
conocieran estos entresijos.
Hemos visto como la
oposición ha sacado a los compatriotas muertos por al Covid 19 contra las
medias del gobierno sin valorar su alcance social. Porque para los grupos de
poder las victimas solo son un número que formaran parte de una estadística.
Pero lo que hay detrás de
cada fallecido solo lo sufrirá su familia y amigos íntimos, de los que van quedando pocos por la pérdida
de las relaciones sociales que se vienen perdiendo desde el invento de la
televisión.
Hemos visto unas realidades,
que cada cual las ha interpretado según su criterio. Eso no es malo, pero lo
que sí es malo, es no reconocer la verdad, de lo que todos hemos visto y oído
en directo, y dar la vuelta al calcetín para desprestigiar al informante o al
que ha producido la noticia.
A lo largo de la historia,
siempre ha habido gente que ha tenido que dar satisfacción a su estómago, o a
“cantado” ante la político social, para poder elidir las torturas, que después
de “cantar” se las han aplicado. Es decir en todos momentos y circunstancias ha
habido gente que no ha respetado los orígenes de la razón.
No nos puede extrañar que en
la profesión de la información, haya este tipo de personas, porque a decir
verdad, también en el mundo del trabajo, ha existido el “pelota” por creer que sería mejor
tratado. Hay una cosa que a veces pone a cada cual en su sitio, que es el
tiempo. Hemos visto como algunos personajes que fueron “brillantes” en una
época, pero al tiempo, pasaron a la marginalidad y al olvido. Otros terminaron
en la cárcel. Que quiere esto decir, que todo “gorrinillo” le llega su san
Martín. Y después el olvido, o el
recuerdo para ser repudiado.
Por todo ello, cabe destacar
que la ceguera y sordera consentida, es mucho peor que para aquellos que las
naturaleza les privo de este bien. Ellos son afortunados por que oyen y ven allá
donde nadie puede ver ni oír.
El que la solidaridad se
practique entre profesionales podíamos
decir que está “bien” ¿pero bien para quién?
Yo no puedo solidarizarme
con un compañero que ha mentido por
interés propio o de grupo o ha cometido una fechoría no lícita. ¿Porque razón? Porque no puedo ni quiero ser
cómplice de una calumnia que puede ocasionar mucho mal, y que por la parte
trasera de ese mal terminara afectándome. Más, luego vienen los lamentos. Es
decir la solidaridad tiene un límite.
Pero ser ciego y sordo sin selo, es muy malo.
Porque se crea un estado de
incertidumbre, que a veces hace tomar
partido, por causas injustas, porque el ciego y sordo que no quiere ver
ni oír, hace que la gente se divida sin tener en cuenta los motivos de esos
defectos físicos.
Hoy nos encontramos ante un
problema que ya nadie oculta, aunque eso sí, unos con más entusiasmo que otros.
Se trata de la conducta de JC.I hasta el ABC monárquico por antonomasia, lo ha
llevado en su portada. Es decir, las “fechorías”
del Emerito es ya son voz populi, nadie se extraña.
Ante esta realidad, las
cortes generales no pueden llamarse “andana” no pueden ignorar lo que sus
componentes en privado reconocen como un escándalo perpetrado por el monarca
emérito. Cuando digo esto se me estremecen las tripas. Se dice que somos un
régimen democrático. Se dice que se tiene que decir la verdad, se dice que la soberanía
radica en el pueblo, ¡y una mierda! Todo es mentira. Se niega la verdad, se es cómplice de aquel
que esta investigado por los tribunales extranjeros y también por la fiscalía
del estado. Esta está protegiendo a la
corona, cuando la corona no “protege” a sus súbitos del delincuente, y continúan sordos y ciegos y sordos, valdría
la pena que un castigo les viniera por su falta compromiso por la verdad.
Esto que digo, tal vez no
sea muy “orto-dorso” decirlo en tiempos de un gobierno de coalición de
izquierdas, pero si no lo dijera sería
tan sordo y ciego como los personajes que estoy denunciando.
¿Cómo me convenzo de que no
tengo razón? Los médicos tal vez sean
los más honestos de todas las profesiones. Cuando llega un paciente intentan
conocer la patología del mismo, y si con una exploración rutinaria no dan con
la causa, viene el segundo paso. Analíticas, radiografías, tac y todo lo que
les hace falta para llegar al origen de la enfermedad. Una vez descubierta,
tienen dos opciones, hacerse los sordos y ciegos, o por el contrario imponer su
código metodológico y operar el mal de raíz.
En el caso de Juan Calos I cuando aparecen ciertas “empresas tapadera” en las cuales figura Felipe VI el
hacerse el sordo y el ciego, solo acarrea que la “gangrena” de la enfermedad
corrupta tome cuerpo hasta hacerse invisible, porque los medios que tienen a su
alcance ya harán todo lo posible por ocultarla has que no quede rastro.
Pero nos encontraremos a lo
largo de la historia que fue posible esa minimización de los hechos, porque
contó con la sordera y la ceguera de aquellos que se convirtieron en cómplices. Ahí
están los bandazos de los socialistas de los años 30 del siglo pasado cuando se
opusieron al voto femenino, después de haber estado trabajando con la promotora
principal Calara Campo-amor. Y fue la derecha quienes por otros interese votaron
este derecho de la mujer. Hoy tenemos diarios “monárquicos” como el ABC que ya lo he mencionado antes que denuncian
estas anormalidades del Jefe del estado.
Ante todo esto, como es
posible que por parte de las cortes, el partido de la izquierda mayoritaria se
oponga a descubrir la verdad. Porque en principio lo que quieren los ciudadanos
es conocer la verdad.
Después ya veremos, si se tiene que preguntar qué
régimen queremos darnos, si monarquía o república. Porque una cosa puede
suceder, que la burguesía juegue la baza de la república, para asegurarse que los resultados son los que a
ellos les interesa. No es la primera vez que los burgueses se une a las fuerzas
republicana, para continuar teniéndola sartén por el mango, ahí está el ejemplo
de los franceses en su revolución.
Es decir en política, cuando
no se tiene un horizonte claro todo puede pasar. Yo en cualquier caso estaré
por una república, y trabajaremos para que sea una realidad.
Antonio Montero Zarco
13 de julio de 2020
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