lunes, 10 de enero de 2022

QUE MALO ES PENSAR

 

QUE MALO ES PENSAR

El viejo había cogido la “azadilla” y un cajón de esos de plástico de las naranjas para sentarse e intentar quitar las mala hiervas de alrededor de las “coliflores y las brócolis” movió la riera con la azadilla y después con las manos la arrimó al tronco de la pequeña planta.

Al coger la tierra con sus manos experimentaba una sensación de paz y tranquilidad. Pensaba que el tacto con la tierra le  trasladaba en el tiempo, a esos lugares de las grandes ciudades donde la gente no puede experimentar esas sensaciones de paz y tranquilidad que da el tacto de la tierra. Y qué decir de esos “personajes y personajas”  que se sientan en el hemiciclo del congreso de los diputados. Era una sensación que solo en el campo se podía sentir.

Pensaba y se preguntaba que hacia la gente de izquierdas. Lo primero que le venía a la cabeza, era que es lo que les movía o no les movía para ser de izquierdas. Hay mucha gente que es de izquierdas y no lo sabe, y hay otros y otras que de dicen serlo pero no son.

Ante este dilema, y mirando como crecían las plantas de coliflor, ya que cuando se está manoseando la tierra a su alrededor se les ve crecer, un privilegio que solo unos afortunados tienen porque, no están en los parlamentos  ni ayuntamientos ni otras instituciones públicas ni privadas ¡que se jodan! 

El dilema que había dejado en el aire lo retomó después de darle mil vueltas manoseando la tierra en el tronco del brócoli. Les diría si los tuviera delante, ¿tú o vosotros a que a veis venido a la política? Él estaba pensando en todos aquellos que tuvo la suerte de conocer en la lucha diaria durante toda su vida sin esperar nada a cambio.

Eran hombres y mujeres que habían sufrido la pérdida de la republica por unos criminales, que después de este horrendo ultraje, vendrían los fusilamientos, las torturas las cárceles el hambre y la falta de libertad, y seguirán luchando al pie del “cañón” hasta  su último aliento, pues bien, los saco de sus tumbas para recordar su tipo de militancia política, sindical y vecinal.

Pensaba el abuelo con la cabeza cacha mirando las plantas, si era justo exigir hoy ese tipo de militancia. Allí de un rincón de su cerebro, salían voces diciéndole que aquello paso a la historia, y que hoy la gente que se hace vieja en la política es por intereses y su bien estar. Que la militancia era pasajera. Que se acentuaba un poco más cuando se acercaban las elecciones por aquello, de si estando en el sitio adecuado en el momento oportuno, le toca algún número agraciado como con la lotería.

El viejo, echaba de menos que no se hablara en los medios, de las “algaradas” callejeras reivindicando solución para terminar con la falta de personal sanitario de todas las especialidades en los hospitales y ambulatorios.

Pensaba que cada uno se acuerda de Santa Bárbara, solo cuando truena. Pensaba en el divorcio de todos los sanitarios, y a su vez también el divorcio entre ellos, y los ciudadanos y ciudadanas a la hora de luchar por una sanidad pública para todos.

Pensaba en los sindicatos corporativismo, que estaban en su derecho pero no dejaba de ser clasistas y de ahí ese divorcio. Solo las plantas eran testigos del debate interno que mantenía el viejo consigo mismo.

Alzó la cabeza y miro hacia el sur, vio un polígono industrial a pocos kilómetros y pensó cuantos de aquellos trabajadores que había bajo los tejados de las naves industriales, conocían el proyecto de la ministra de trabajo para aglutinas a todas las izquierdas, con el fin de dar la batalla para renovar  y mejorar el gobierno de coalición de la izquierda y desterrar a la extrema derecha de las instituciones democráticas.

Pensaba que para ello hacía falta un partido organizado, donde cada cual aportaba su buena voluntad y un mínimo de compromiso para hacer realidad esa idea sin esperar nada a cambio que no fuera fortalecer  el sistema democrático y ampliar el número de ministros de izquierdas en el nuevo ejecutivo.

Salió de su pensamiento cuando oyó la voz de su compañera inseparable decir, la comida está en la mesa.

10 de enero de 2022

 

 

 

 

 

 

 

 

    

 

 

 

 

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