jueves, 31 de enero de 2013

PACTO CONTRA LA CORRUPCIÓN





Ante el acoso por parte de algunos medios de comunicación, sobre el “caso Barcenas”  el presidente del PP y Jefe del gobierno, sale a la escena de la crisis, proponiendo un Pacto contra la corrupción. Esto es muy serio. Tan serio, que como dice el refrán castellano, no se tiene que mezclar churras con merinas.

En principio, no todas las fuerzas políticas, están forjadas ni en la misma fragua, ni han bebido de las mismas fuentes. Por ello, aun siendo necesario para la convivencia ciudadana la negociación,  los acuerdos y la tolerancia, hay cosas que no pueden ser negociables, tal es el caso de la corrupción, y más si esta, es cometida por los representantes políticos.

Teniendo en cuenta que según el fiscal general del Estado Cándido Conde Pumpido son más de 730 las causas abiertas contra cargos públicos, es difícil poder llegar a un pacto sin traicionar el espíritu de honradez que debería ser el hacer de los representantes de los ciudadanos.

Es difícil este pacto, porque se entraría en tu tienes más, y vosotros tampoco os libráis de vuestros “chorizos”.  Saldría en el debate, que el PSOE tiene 264 frente a los 200 del PP.  Saldría las 43 causa de  Coalición Canaria, las 30 de CIU, el Partido Andalucista 24, Izquierda unida 20, el Grupo Independiente Liberal (GIL) 17, Unió Mallorquina 7, Ezquerra Republicana de Catalunya 5, Bloque Nacionalista Galego 3 y PNV otras 3. 
A estos se añaden un procedimiento abierto a un cargo de ANV y otro de Eusko Alkartasuna, además de 67 investigaciones seguidas contra miembros de otros partidos locales, 16 contra imputados independientes y 72 asuntos en los que se desconoce la afiliación política de los investigados.

He aquí pues un amplio abanico  que refleja la realidad política de nuestro país. Sin entrar en si son muchos o pocos, si esta corrupción, es más o menos soportable, compararando con- casos de nuestro entorno. Es decir, cualquier dirigente político que tenga un mínimo de ética, no puede justificar el mínimo atisbo de  tolerancia sobre la corrupción

Decía al principio, que no están forjados en la misma fragua, ni beben en las mismas fuentes. Tampoco se puede eludir la responsabilidad de cada implicado, argumentando que todos no son lo mismo. Los corruptos tienen el mismo color sea cual sea su filiación política, nadie ni nada puede justificar comportamientos ajenos a la honradez   y  la confianza que la sociedad depositó en ellos.

Dicho esto, la propuesta del Jefe del Gobierno, de un pacto contra la corrupción,  no tiene sentido. No deja de ser, una declaración hacía la galería sin más consecuencias que lavar la imagen del desprestigio por el que atraviesa la clase política del país.

¿Como vería la mayoría de ciudadanos, con buenos ojos que existe voluntad  de “terminar” con la corrupción política?
En primer lugar, cambiando  la ley de financiación de los partidos políticos. En este punto es difícil llegar acuerdo sin dejar rendijas, que sirvan para la pillería financiera de los partidos.  Por una razón. La derecha estaría dispuesta a suprimir las asignaciones, ya que ellos cuentan con gente que invertiría grandes cantidades  en sus candidaturas.

 También en el partido socialista, se dan estas circunstancias sin llegar a ser tan agudas como las del PP. ¿Por qué es inviable ese pacto? Porque se tendría que cambiar la ley de concesiones de las grandes obras publicas.  Para adjudicar estas obras, tendría que formarse, una comisión de gente independiente, que no fueran conocidos de las empresas que optan a los concursos, y que una vez adjudicada la obra fuera disuelta la comisión, y con luz y taquígrafos hacer publico los contenidos y las condiciones que se tienen que desarrollar las obras.

 Desechar las mejoras que ofrecen las empresas, ya que estas prácticas  son un foco que se presta para la  corrupción. Se tendrían que suprimir asesores políticos, solo tendrían que estar  los imprescindibles,   de esta forma las necesidades económicas  a cubrir serían las más “justas” y no se tendría la necesidad de “robar” para pagar salarios de hermanos, primos y amigos de los que mandan.

Esto se puede considerar una utopía, pero no deja de ser una propuesta para un debate por gente que no este contaminada con los dirigentes que están liderando los destinos de la mayoría de los ciudadanos.

Con estas propuestas, estoy demostrando que   las diferencias entre las opciones políticas son muy sustanciales y se hace muy difícil llegar a ningún tipo de acuerdo referido a la corrupción. Por lo tanto, todo lo que no sea meter en la cárcel  a los corruptos y que tengan que devolver lo sustraído a las arcas del Estado  no es innegociable.

Antonio Montero Zarco

22 de enero de 2013

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